Libro "El mago y el poeta"

Si uno piensa en la pelota vasca, en los frontones, surge el sonido. Impacta la primera vez que lo percibes, de niño, y sobrecoge ya para siempre.

 

Los pelotaris. De todo tipo y condición. Zagueros o delanteros. Ahora entrenan en escuelas especializadas y son profesionales, con todo lo que conlleva. Antes, no hace tanto, eran jóvenes que combinaban su trabajo con la pelota. Leñadores, ganaderos, agricultores… Se exhibían los fines de semana y giraban en verano por torneos de pueblos en
fiestas. Sus nombres resonaban en los valles y algunos se convertían en leyenda.

La pelota es un deporte muy sencillo y austero, con reglas escasas y muy básicas pero con un repertorio inmenso de posibilidades entre líneas y paredes. El saque, el resto, las carreras hacia atrás, el zaguero devolviendo en retroceso, la volea, el sotamano, el botepronto, el dos paredes, la dejada… Se trata de una rotunda conversación entre personas y entre materiales, madera, piel, piedra, metal, donde tan solo se necesita una pelota y una pared.